CARTA ABIERTA A GABRIEL BORIC: TIEMPOS ELÉCTRICOS.

 

Estimado Gabriel:

Me permito tutearte porque tenemos algunas cosas en común y otras muy  distintas y distantes. Difícilmente te guste y te acostumbres a: excelencia, excelentísimo o Presidente. Es probable que a ambos nos cueste relacionarnos con la autoridad y la pompa de los nombres. A mí también me molesta usar corbata y rehúyo de las formalidades, pero en tu caso no es opcional y ostentas un cargo, no una puesta en escena.

Gabriel, ambos somos magallánicos y conocemos la cantarina y los confites, de barrios muy distintos y distantes. Nacimos en los años ochenta y nos educamos escolarmente en Punta Arenas. Tú, en unos de los mejores colegios y de los más caros (tengo entendido fuiste subsidiado por ENAP, aunque mi abuelo Ojeda fue pionero de la empresa del petróleo no conté con ese privilegio). Ambos ejercimos labores de participación estudiantil, yo en el glorioso San José. Etapa escolar en la que combinamos hielo y pisco, tú sabes a lo que me refiero.

En mi barrio hubo protestas bastantes seguidas y cortes de luz sin mayores consignas salvo destruir una y otra vez el cerco de la iglesia evangélica en la esquina de la casa de mi abuela. Ella misma siempre decía que eran los pandilleros. El cerco sacado era quemado a metros de nuestra casa interior. Soy del barrio del recordado bombazo de la iglesia Fátima, esa noche mi abuela me tomó de la mano y caminos largas cuadras, recuerdo la luz de los postes anaranjados y un frío tétrico, era el año 1984, tú aún no nacías y yo tenía 3 años. Ambos somos hijos del viento y sabemos que la nieve puede quemar, aunque dudo tu techumbre haya sonado tanto como la mía. Dudo que entiendas que me críe sin baño en los primeros años.

Con cada corte de luz quedábamos a oscuras y nos iluminábamos con velas, mi abuela decía que estaba tan oscuro “como boca de lobo”. Era el lenguaje de realismo mágico de mi abuela Nelda, la misma que me contaba el corte de luz lo hacían lanzando cadenas a los cables de luz.

De hecho en mi patio encontré un “linchaco” mientras escuchábamos la radio Polar, los mensajes al campo y el espacio de rancheras. Mi abuelo manolo ubicado en la estufa como decimos allá, miraba por la ventana con actitud defensiva y de precaución, me contaron que temía a los milicos. Jamás pregunté por ese temor, quizás está asociado a los años 1973 y 1978. En mi casa no hubo consignas ni rencores, si había sopa y segundo al almuerzo y en la cena. Y una cocina siempre calurosa, en la cual mi abuela lavaba con agua fría.

Mientras tú subías al trillado árbol, yo me subía a los techos jugando a trabajar en ENDESA, quizás alguna noche nos topamos deambulando por Bulnes e intentamos entrar al cementerio regional por la calle lateral que al escribir no recuerdo el nombre pero si la forma de trepar, debo confesar que subí con miedo y salimos corriendo porque mi primo dijo que vio una sombra.

Pocos años después, encumbrado en los hombros de mi abuelo manolo estuve en el Estadio Fiscal frente a un tal Juan Pablo II, la autoridad máxima de los católicos. Era el año 1987 sin saber que estuve frente a un luchador y denunciante del comunismo mundial. Hoy escucho que fuiste a buscar información a la sede del PC, al parecer no nombraron nada acerca de la persecución hacia los enemigos del pueblo, los campos de concentración, la censura y cientos de mecanismos de control y exterminio, de lo que JP II denominó una ideología del mal. El estadio estaba repleto, tú recién tenías un año.

Ambos emigramos “al norte”. Tú: a Santiago a una de las mejores universidades del país (al parecer también financiado por ENAP). Yo: a Viña del Mar a la universidad del puerto. Ambos somos humanistas, aunque yo estoy graduado y resulté ser el segundo mejor egresado de mi generación.

Soy el primer nieto de la familia materna en ser profesional tras una educación que si permite movilidad social, con padres que no son profesionales y con abuelos maternos con enseñanza básica incompleta. De hecho fui criado por mis abuelos, ya que mi mamá prontamente tuvo que ir a trabajar ante la ausencia de un padre que ni siquiera pagó pensión alimenticia. Pero no fui educado en el resentimiento social ni personal.

En nuestra vida universitaria tomamos caminos distintos, yo rodeado de conversaciones, de clases y de lecturas obligadas y voluntarias, sin caer en la tentación de la mirada intelectual y del reduccionismo histórico. Tú, optaste por la temprana militancia, el activismo en los patios, y la agitación de masas minoritarias en asambleas y en las calles, acompañado de consignas vacías.

Nuestros 6 años de diferencia al parecer no sólo es un dato biográfico, sino también una forma de entender la vida universitaria. Hiciste de ella una asamblea constante, en esas en las cuales unos cuentos votos pasan a llevar mayorías, con petitorios eternos y reivindicaciones de volver al buen salvaje. Hoy hablas en TV desde el cargo y de una supuesta fuerza histórica que te condujo desde pequeño a la inquietud política y social, una especie de llamado de la trinidad socialista.

Gabriel, en nuestra Punta Arenas las diferencias sociales y políticas se viven de otra forma, no existen periferias ni esa marginalidad dolorosa de Santiago y Valparaíso. Somos o fuimos una isla con tradiciones chilotas, patagónicas y croatas, en la cual siempre hemos desconfiado de “la gente del norte” y donde tú sabes que hay tasas elevadas de consumo de alcohol y de depresión.

Claramente no voté por ti pero siempre sintonicé con tu mensaje sobre la salud mental. Estoy vinculado con ese tema en distintos grados y me preocupa enormemente el acceso y el manejo, no sólo, en los infantes y adolescentes, sino que también en la población adulta. Las cifras duelen y preocupan, hay mejor acceso según el plan de la ISAPRE y las limitaciones impuestas por FONASA poco ayudan. Ni hablar de los prejuicios, sesgos y desinformación.

Todos de alguna forma padecen o sufren con un familiar cercano que se encuentra atrapado en el laberinto de la salud mental, con sombras y abismos que duelen hasta que se extingue el último suspiro en los suicidios, cuya tasa aumenta de forma alarmante y afecta mayoritariamente a hombres. No olvides la campaña.

Lamentablemente te referiste al suicidio de otra persona y después señalaste que no fue tu intención, un error inaceptable. Al parecer algunas muertes merecen tu repudio en público. Quizás tus juicios más íntimos deban quedar en el mundo privado, aunque ustedes confunden esas esferas. De lo contrario divides a la población en buenos y malos.

Gabriel, mis últimos 15 años los he dedicado a la educación escolar municipal. La realidad es cada vez peor, no pasa necesariamente por aspectos o cobertura de necesidades materiales, los niños hoy se encuentran cada más desposeídos, abandonados a un celular, la marginalidad, las drogas y una sexualidad sujeta al mero placer.

No hay nociones de orden ni de respeto, hay una pobreza espiritual que viene avisada hace rato. Las salas de clases no tienen un foco claro, debemos dar contención de todo tipo de lunes a domingo. Gremio del cual soy bastante crítico y del cual me desmarco pero no puedo ser ciego ni injusto, estamos haciendo tareas que no nos corresponden o frente a las cuales no estamos preparados.

La educación por la que marchaste: pública, gratuita y de calidad no llegó, quedó en la consigna. Y temo que el SLEP sea otro elefante blanco como los distintos programas inconexos que atraviesan las salas de clases, las reformas y las subvenciones. Tú y yo nos educamos precisamente en ambientes de orden y respeto por eso nos agrada la irreverencia y traspasar ciertos límites, en la ausencia de normas no es posible aprender nada, y la irreverencia sin piso es simplemente desfachatez de una pobreza cultural que no nos permite dialogar ni avanzar al desarrollo.

Tu foco debiese estar en educación escolar y no en la universitaria. Es inaceptable que los liceos emblemáticos sigan secuestrados por el extremismo ante la ausencia de proletarios urbanos y de campesinos.

Gabriel, esto es lo último debido a la contingencia de los 50 años. A tu entrada al palacio en marzo del año pasado te detuviste a contemplar la estatua de Allende. Desconozco cuál es el legado de Allende, más de allá de calles y estatuas. En mi familia jamás se habló de política y sospecho que todos votaron por el NO y después por Aylwin. Es irresponsable fustigar la transición y quedarnos entrampados en las discusiones de la élite en torno a las propuestas constituyentes.

La Unidad Popular está entrampada en el romanticismo literario y guerrillero de imaginarios dispuestos a derribar el imperialismo una y otra vez. Agrandar al enemigo significa tener la excusa perfecta frente a la derrota. Es un anacronismo declarar en pleno 2023 la intención por superar al capitalismo salvo que seas un poeta, pero te recuerdo que eres el Presidente de todos los chilenos.

La UP tiene responsabilidades propias al igual que la sociedad de entonces que decidió ubicarse en trincheras. Nos llevaste a nuevas trincheras y tus socios del PC están incómodos. Sabes perfectamente que la mayoría de este país no tiene que cargar con el fantasma de Allende ni de Pinochet. Con el suicidio y el Golpe murió una época de la cual hay que aprender y comprender, y resignificar desde la tolerancia y no desde las consignas.

Los dolores, traumas y duelos son siempre personales y requieren apoyo y reconciliación de todo tipo. La herida es parte del trauma, y el dolor acompaña la sanación. La violencia venga de donde venga nunca genera cohesión y si abrazas la violencia en algún momento volverá como un boomerang. Estuviste en las calles, increpaste militares, estuviste en la entonces “Frontera” y no te sonrojaste frente a los grupos armados del “wallmapu”. Quizás poéticamente miras con cierta admiración la vía armada.

Somos una sociedad resentida, ustedes culpan al modelo, yo culpo a la elite de todo tipo que vive en los mismos barrios, va a los mismos colegios y a las mismas universidades. Abordemos el resentimiento sin descalificaciones y sin incendiar ni romper como sucedió en el mal llamado y utilizado “estallido”. Hubo personas que simplemente bajaron o fueron al centro de cada ciudad a romper y saquear por rencor por la sobreviviente fronda.

Me dirás que a Allende no lo dejaron gobernar los gringos y que en Chile la Guerra Fría fue más fuerte y decisiva que en Vietnam y en Cuba. De ser así no entendiste a Mansuy ni al rector Peña en la presentación de las memorias de Aylwin, el mentor de la transición que a tu generación universitaria le repugna y miran desde la traición. Quizás es tiempo de abordar el pasado desde una mirada multidisciplinaria que aborde las heridas y los rencores. Fueron tiempos violentos.

Las heridas del Chile actual no pasan exclusivamente por los 50 años del 11S. Chile tiene otras urgencias que creo comprendes. Es una paradoja que te identifiques con Allende, quien tuvo serias dificultades con su conglomerado y que al parecer intentó hasta el último momento salir de la crisis mediante diálogos con militares, la iglesia y el PDC. Quizás comparten ese rasgo, la búsqueda del diálogo y la instalación de comisiones ante urgencias que no esperan pero con un conglomerado diverso y nostálgico que te expone y que las primarias no fueron suficientes para legitimarte con tus aliados siempre tácticos.

Espero si seas el Presidente de todos los chilenos porque las mayorías y minorías siempre son circunstanciales y te enfoques en las urgencias que dañan a la población y descomponen aún más el tejido social. La población que primero te votó, después votó rechazo y no creo haya votado desinformada, recuerda que hay algo que se llama el peso de la noche. No olvides que en nuestra tierra aún hay un adolescente que nunca más regresó a su casa. Todos los desaparecidos duelen en sus familias, independiente de las militancias. Cuenta conmigo para abordar temas del pasado, de Magallanes, de educación y de las distintas pobrezas que golpean a Chile. Quizás sea tiempo que dejes los libros de lado por un momento y dejar de habitar el cargo. Las urgencias no esperan.

 

Atte.

Rodrigo Ojeda.

Viña del Mar.

Septiembre de 2023.

 
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