LA NUEVA CONSTITUCIÓN Y LOS AMIGOS DEL REPARTIR LO AJENO

 

“¡Queremos Derechos sociales!”; “¡Queremos igualdad!”; “Queremos solidaridad”. Así gritaba en las calles la izquierda recalcitrante, los bobos del centro centrista centrado, y alguno que otro despistado derechista. El país, en estado de Karma-Nirvana, abrazó entonces las ideas socialistas, y parecía que al fin tendríamos ese abrazo fraternal. Pero entonces vino la pandemia, el bodrio constitucional y, como broche de oro, las tremendas dos palizas que se llevaron en las urnas los amigos de repartir lo ajeno.

Con la última paliza parecía entonces que el Partido Republicano impondría orden en el asunto, y que defendería una nueva constitución liberal; y para el caso de que tal faena se viera imposibilitada, abjurarían del nuevo proceso para proteger así la Constitución actualmente vigente. Pero fuimos ingenuos.

Depositamos nuestras esperanzas en un partido que decidió inexplicablemente mimetizarse con el discurso abatido, y observamos despavoridos cómo Republicanos redactó una constitución que no sólo incluyó los doce bordes -como era lo mandatado- sino que profundizó aquel discurso socialista de los derechos sociales, la solidaridad y la igualdad, reviviendo -cual ave fénix- al muerto sepultado bajo los escombros del escepticismo.

Peor aún, estupefactos observamos la escuálida defensa que hacen al día de hoy aquellos que apoyan el proyecto y que -supuestamente- son de nuestro sector. Nos dicen que debemos votar a favor de esta constitución socialista porque si gana el “en contra” la izquierda escribirá luego una constitución socialista. Magnifique.

En fin, el votante debe decidir si vota a favor de los derechos sociales, de la igualdad sustantiva y de la solidaridad. El votante -en suma- debe decidir si se une o no al coro de octubre.

Peter Fechter.

 
Anterior
Anterior

CARTA ABIERTA A GABRIEL BORIC: TIEMPOS ELÉCTRICOS.

Siguiente
Siguiente

PRECISEMOS: ESTAMOS YA EN EL TERCER PROCESO CONSTITUYENTE