LA CASA DE PAPEL: UNA APOLOGÍA A LA DELINCUENCIA

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En la época medieval y, según la leyenda, un hombre luchaba contra el sheriff de Nottingham y el príncipe Juan sin Tierra, ese supuesto “héroe” que robaba a ricos para repartirlo a los pobres se llamaba Robin Hood. Sin embargo, es esta una versión romántica y está muy alejada de la realidad histórica de los bandidos y proscritos de la Edad Media. Lo único cierto es que en los documentos de los siglos XIII y XIV existen varias referencias a cazadores furtivos, salteadores de caminos o criminales en fuga llamados Robin Hood o algo parecido. Esta variedad de testimonios sugiere que no hubo un único Robin Hood, sino que este era un apodo o alias típico de proscritos.

Desde esa época ya se intentó apologizar al delincuente con una leyenda romántica para justificar el saqueo ilegítimo, perpetuando en la sociedad una imagen blanqueada de lo que al fin y al cabo es un criminal. Un mito al que, según el historiador británico Eric Hobsbawm, se le perdonan sus extorsiones, robos y demás procedimientos a sus víctimas, porque al desafiar a los que tienen o reivindican el poder, la ley y el control de los recursos, desafía simultáneamente al orden económico, social y político. «La esencia de los bandoleros sociales es que son campesinos fuera de la ley, a los que el señor y el Estado consideran criminales, pero que permanecen dentro de la sociedad campesina y son considerados por su gente como héroes, paladines, vengadores, luchadores por la justicia, a veces incluso líderes de la liberación, y en cualquier caso como personas a las que admirar, ayudar y apoyar», escribió Hobsbawm en Bandidos (1969).

“La casa de papel” es una serie española estrenada en 2017 y que acaba de emitir su quinta temporada. Presenta la historia de un grupo de asaltantes y tiene como argumento la historia de un misterioso hombre conocido como «El Profesor», quien está planeando el mayor atraco de la historia: entrar en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre e imprimir 2400 millones de euros. Para llevar a cabo este ambicioso plan, recluta a un equipo de 8 delincuentes comunes, pero con ciertas habilidades y que no tienen nada que perder. Este equipo requiere de 11 días de reclusión en la Fábrica, durante los cuales tendrá que lidiar con las fuerzas de élite de la policía y 67 rehenes.

El fenómeno de la serie ha acaparado millones de seguidores en todo el mundo, con un guión atractivo y personajes bien actuados se ha convertido en un fenómeno. Lo cierto es que no se puede entender el éxito mundial de los atracadores sin saber que, en la ficción, los verdugos se convierten en héroes a ojos de los ciudadanos cuando cada uno de ellos se transforma en una suerte de «Robin Hood», aunque en este caso los delincuentes solo pretenden amasar la fortuna para sí mismos.

La tercera parte de «La casa de papel» no ha hecho sino dar más alas al icono de la delincuencia y la rebeldía contra el orden establecido. Lo dice también el personaje principal al inicio del último capítulo de esa temporada: «Esto es una declaración de guerra al sistema y nosotros somos la resistencia».

Tampoco es casualidad que la canción emblema del grupo de asaltantes sea ‘Bella Ciao”, un himno mundialmente conocido durante la Segunda Guerra Mundial, ícono de la Resistencia italiana que luchaba contra el régimen de Benito Mussolini. Hoy esa canción ha sido tomada por grupos antifascistas siempre con su discursillo “hoodiano y neomarxista”, justificando el delito solo porque se les roba a los poderosos, sin embargo, lo único que han logrado es generar el caos y la insurrección en varias partes del mundo.

En esta quinta temporada, donde los protagonistas asaltan el Banco de España (algo así como nuestro Banco Central), los personajes no esconden la intención de apologizar y romantizar la delincuencia con diálogos cada vez más claros y directos. Como, por ejemplo, cuando la ex jefa de policía, ahora convertida en asaltabancos después de haberse enamorado del Jefe de la banda (el profesor) tiene una conversación íntima con Tokio, una avezada delincuente, y le dice:

Sé que nos van a arrasar, pero no puedo dejar de pensar que todo esto tiene un lado romántico> He excavado un túnel de 12 metros para sacarme de la audiencia nacional, he dado un paseo por todo Madrid en un helicóptero de combate y luego me he metido a la reserva del Banco de España con 3 mil policías mirando.

Eso es bonito, en los atracos el amor se multiplica

Desde luego parece más romántico que hacer la compra de los viernes.

Lo más curioso es que la serie muestra cómo estos bandoleros son avalados y defendidos por la multitud, que expectante espera en las afueras del banco con carteles y gritos de apoyo.

En esta temporada, la intención antifascista de la serie se esclarece mucho más cuando hacen aparecer al jefe de seguridad del banco (un ex militar) como el monstruo de la trama, quien se enfrenta a Tokio, aduciendo a sus valores de patriotismo y ella le contesta todo un discurso antifascista, tratándolo de homofóbico, fascista y machista, perpetuando todo el discurso de la deconstrucción, aludiendo a los esquizes o fisuras de la sociedad que el filósofo deconstruccionista Felix Guattari plantea. Estos esquizes corresponden a un proceso disipativo, cuya intención es deconstruir el orden moral dominante y, por lo mismo, varios de los personajes corresponden a iconos de esos esquizes: transexuales, gays, inmigrantes, delincuentes comunes. De esta forma, la serie, trastocando lo normal, que es la defensa del derecho, empuja al telespectador a empatizar con el delincuente, verificando una inversión de los principios y valores, bajo las consignas de diversidad y tolerancia se procura trastocar la realidad. Deleuze, otro de los filósofos de la deconstrucción, lo afirma y llama a “seguir la ley de no obedecer la ley”.

El proceso de deconstrucción que vivimos en la actualidad busca justamente el trastocamiento de los valores, confundiendo y manipulando la realidad. En la serie, este proceso adopta toda la justificación que el mismo Foucault, otro de los representantes de esta filosofía predica: la transgresión de los valores culturales de occidente, subvirtiendo la racionalidad y la norma, por lo cual afirma que la sinrazón sería un medio de liberación política. Asimismo, según este autor, se debe salir de la categoría binaria del bien y el mal, lo que ocurre claramente en la serie al impulsar la simpatía hacia los protagonistas, procede entonces la subversión de la razón y la norma. Concretamente, se trata de deconstruir la razón occidental a partir de la sinrazón puesta en la “marginalidad” de estos asaltantes de banco. Foucault, en su afán de trastocación de los valores y en su incesante “programa de transgresión”, hace una declaración contra la sociedad mediante la celebración del crimen.

Por otro lado, para el autor es el lenguaje, a través del discurso, el que construye y deconstruye, por lo tanto, nada mejor que usar el lenguaje audiovisual (a través de series de televisión) para imponer esta filosofía.

Las ideas que la banda del “Profesor” pone en marcha en «La casa de papel», no han tardado en ser copiadas por todo tipo de delincuentes con la intención de perpetrar sus actos delictuales. En Brasil, una banda robó 720 kilos de oro copiando el plan que los protagonistas de la serie. En esta ocasión, los ladrones se hicieron pasar por policías y convencieron a los trabajadores de un aeropuerto para que colaboraran en el robo de la mercancía. 

Asimismo, en México, otra banda delictual se llevó 2,2 millones de euros de la Casa de Moneda de México. El secretario de Seguridad de la ciudad, Jesús Orta, comentó lo sorprendente del modo en que los ladrones lograron entrar en la caja fuerte. De acuerdo con algunos medios, el robo habría consistido en la extracción de hasta 1.500 centenarios de oro valorados en 50 millones de pesos (unos 2,5 millones de dólares).

No ha sido «La casa de papel» la única ficción que inspira a delincuentes. La mediática «Breaking Bad», que narra la transformación de Walter White en un peligroso narcotraficante, ya ha contado con su versión real en varias ocasiones. La exitosa droga azul fabricada por el personaje comenzó, de hecho, a venderse en Nuevo México tras el «boom» de la trama.

Cuando se llega a comprender el proceso de deconstrucción de los valores de occidente, es cuando nuestros ojos se abren y nos damos cuenta cómo esta filosofía se está incrustando en cada esquina de la sociedad y que usa variados lenguajes para transmitir su ideología: la televisión, el cine y las series son una plataforma más para subvertirlos. Lamentablemente, somos aún muy pocos los que nos damos cuenta de ello y muchos siguen alabando al Robin Hood moderno.

 
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