THE MOLE: UNDERCOVER IN NORTH KOREA (EL INFILTRADO, 2020)

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El periodista y director de cine danés, Mads Brügger, es conocido en la esfera del documentalismo por sus poco convencionales técnicas de investigación y por la irónica forma en que presenta a los “torpes villanos de la historia”.

Creador de The Red Chapel (2009), un documental acerca del viaje del mismo Brügger y dos comediantes a Corea del Norte para presentar una obra de pantomima en el país y las presiones a las que fueron sometidos por parte del régimen (que incluso le valió la prohibición de volver a entrar al país), y de The Ambassador (2011), un documental acerca de la operación encubierta privada de Brügger como un diplomático y empresario liberiano en el mundo del tráfico de “diamantes de sangre” en la República centroafricana (resultando en un pedido de extradición ante los tribunales daneses, que fue finalmente rechazado), Brügger tiene experiencia lidiando con regímenes corruptos y de corte dictatorial. 

Así, tras la filmación de The Red Chapel (Mejor documental extranjero del Festival de Cine de Sundance en 2010), y con más dudas que certezas, su interés por Corea del Norte aumentó. Sin embargo, sabía que de ser sorprendido intentando entrar a ese país nuevamente, sería condenado a pena capital; el riesgo era muy alto. Por esas casualidades del destino, la solución vendría de un correo electrónico de un fan: un chef noruego retirado, sin mayores preocupaciones económicas, que en su infancia tuvo amigos exiliados de la República Democrática Alemana, y que al conocer de primera mano las atrocidades de los regímenes comunistas, se ofrecía a infiltrarse y desenmascarar a la que describió como “la dictadura más brutal de todas”.

De esa forma, en 2010 comenzaba la planeación de la “más impresionante operación de inteligencia privada de la historia reciente”, en palabras de Annie Machon, analista de inteligencia y ex oficial del Servicio de Seguridad británico (MI5).

Dividido en dos capítulos, el documental producido por el avezado equipo de Piraya Film comienza con una breve presentación del chef Lars Ulrich aka The Mole (El Infiltrado, en español), seguido por un flash forward a la etapa final de la misión, en que es la misma ex agente Machon, contratada por Brügger, quien interroga al Infiltrado sobre sus descubrimientos e impresiones (como es común al término de una misión de espionaje internacional).

Con esta técnica narrativa, el documental constantemente alterna entre las imágenes de las cámaras ocultas del Infiltrado, titulares internacionales de noticias sobre Corea del Norte y las preguntas de rigor que Machon va realizándole.

 

Primer Acercamiento

El plan comienza con su acercamiento al danés Anders Kristensen, Presidente de la Asociación de Amistad con Corea (del Norte) en Dinamarca (la Korean Friendship Association, KFA, por sus siglas en inglés, y que también tiene su sede en Chile). Una vez aceptado como miembro, rápidamente escala en la jerarquía de la KFA danesa hasta su junta directiva, pues los demás miembros no eran más que un “grupo de comunistas ebrios, inadaptados y deprimentes”.  Desde allí, y bajo pretexto de filmar propaganda para la cuenta de Youtube de la KFA, comienza a grabar de forma abierta las reuniones, eventos, e incluso una visita protocolar a Pyongyang, capital de Corea del Norte, en que el delegado de relaciones exteriores le entrega de propia mano al Infiltrado una medalla al reconocimiento. En esa visita conoce también al Presidente de la KFA Internacional, el español Alejandro Cao de Benós, quien, sin saberlo, se transformará en el objetivo principal de esta intriga.

 

Alejandro Cao de Benós, ¿un peligroso supervillano o un bufón obeso y parlanchín?

Nacido en Tarragona, en el seno de una familia aristócrata y carlista, Cao de Benós es conocido en Hispanoamérica como “el principal defensor del régimen norcoreano”. A los 26 años fundó la KFA, y desde entonces, ha recibido varias condecoraciones y se ha codeado con la alta burocracia norcoreana.

El Infiltrado cautiva rápidamente a Cao de Benós, quien lo invita a Barcelona a una reunión de camaradería, y en seguida le ofrece la presidencia de la KFA danesa, en reemplazo de Anders Kristensen, a cambio de la defensa pública e irrestricta del régimen ante los medios y el lobby ante empresarios europeos para conseguir inversiones en el país. 

Por consejo de Brügger, el Infiltrado contrata a un camarógrafo profesional de confianza como su asistente personal acreditado ante la KFA, hecho que incide de manera muy positiva en la calidad y composición de las tomas, permitiendo al espectador contrastar entre las relajadas grabaciones obtenidas bajo pretexto de propaganda, y las tensas grabaciones obtenidas con cámaras y micrófonos ocultos.

Cao de Benós es una especie de embajador comercial del régimen, cuya principal función es coordinar la inversión de capitales (de dudosa procedencia) en el país, de manera tal de evitar las sanciones impuestas por las Naciones Unidas. A cambio, recibe más cuotas de poder y una suculenta comisión.

 

La incursión de Mr. James

Conociendo la debilidad por el poder y la fama de Cao de Benós, el Infiltrado decide presentarle a su primer inversionista, o más bien, un aparente inversionista: Mr. James.

Mr. James, interpretado por Jim Latrache-Qvortrup, se presenta como un ex miembro de la Legión Extranjera, que a su regreso a Dinamarca comienza un imperio del narcotráfico discotequero, siendo capturado por la policía en una redada y condenado a ocho años de prisión efectiva. Una vez en libertad, con una millonaria cuenta de banco, tiene la aspiración de enmendar el rumbo y ser un empresario lícito. O más o menos lícito.

En un hotel de Oslo, el Infiltrado presenta a Mr. James ante Cao de Benós, quien luego de romper el hielo, describe paso a paso el modus operandi para invertir en Corea del Norte: el régimen tiene empresas fachada en China, Malaysia, Corea del Sur, Uganda, etc., quienes operan como agentes recaudadores, y las fábricas pueden estar situadas en el territorio norcoreano o en el extranjero, en construcciones subterráneas operadas por “científicos” norcoreanos, quienes aportan la técnica y los materiales. De esa forma, burlan las restricciones tanto financieras como marítimo-logísticas.

¿Y qué producen? Según el mismo Cao de Benós: armas cortas, largas, explosivos, submarinos, tanques, misiles, bombas, dispositivos electrónicos, “farmacéuticos” (nombre en clave para drogas), etc.

Allí comenzaba la verdadera misión: seguir el rastro de los negocios norcoreanos hasta las últimas consecuencias.

 

La misión

Con el pretexto de satisfacer el supuesto afán antisemita de Mr. James, la misión consistiría en traficar armas (en su sentido más amplio y diverso) a Irán, para así conseguir por fin la caída del estado israelí (y llevarse una generosa tajada del pastel en el camino). 

Para ello, Cao de Benós ofrece comprar una isla en el lago Victoria, en Uganda, para construir una fábrica subterránea de misiles de corto y medio alcance, tanto convencionales como termo-báricos, con mano de obra de los “científicos” norcoreanos.

Con la firma del contrato final, sale a la luz una de las identidades corporativas del régimen: la Korea Narae Trading Corporation, dirigida por Kim Ryong Chol, información confirmada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

La operación de Mr. James era doblemente compleja, pues además de ocultar su rol de espía ante el régimen, debía eludir los radares de las agencias de inteligencia y de Interpol, pues aun siendo un agente provocador, estaba, de hecho, traficando armas con Corea del Norte.

 

Una red de engaños

Aterrizando en Uganda, Mr. James debe negociar la compra de la isla personalmente con Jude Muzoora, delegado inmobiliario del gobierno ugandés. James le describe un supuesto complejo turístico de lujo que pretende construir en la isla, para lo que requiere, además de adquirir la propiedad, la habilitación de construir un aeródromo. Pero ocurre que la isla está habitada por una tribu local de unos mil habitantes, por lo que, a cambio del incentivo adecuado, Muzoora ofrece ordenar el desalojo inmediato de la isla, bajo pretexto de construir un hospital donado por un millonario filántropo.

De visita en la isla, Mr. James es recibido como una celebridad, o mejor aún, como un rey. Le pesa en la consciencia, eso sí, pues sabe que, de todos los planes propuestos, el único que realmente se concretará es el desalojo de la tribu.

 

La triangulación

Si bien no se menciona el patrimonio real de Mr. James (o Jim Latrache-Qvortrup), es evidente que no tiene intenciones reales de invertir millones de euros en el tráfico de armas a Irán, por lo que en cuanto descubre de los tratos de armas entre Siria y Corea del Norte, se ofrece como intermediario, pues así, con la confianza de los norcoreanos, podría posponer de mejor forma el pago.

Ello le llevó a reunirse con los norcoreanos en Pekín, China, en una de las escenas más tensas del filme, pues una cosa era eludir los limitados y anticuados filtros norcoreanos, y otra muy distinta era eludir a la dictadura tecnológica más sofisticada, con lectores RFID y faciales biométricos en cada esquina.

Después de más de un año desde esa reunión en Pekín, Mr. James es contactado por los norcoreanos para afinar los detalles del trato.

En paralelo, el Infiltrado fue citado por Cao de Benós a reunirse con él en Barcelona. Allí, en una habitación lúgubre de hotel, y con un Cao de Benós más paranoico que lo habitual, apenas entra el Infiltrado, el delegado norcoreano lo revisa con un detector de micrófonos de origen ruso. Las mediciones del detector acusan positivo en varios intentos, y apuntando en una sola dirección: el pecho del Infiltrado, pero gracias a su habilidad para mantener la calma (y los siete años de falsa lealtad hacia el régimen) logró engañarlo con que era el micrófono del celular. Cao de Benós se disculpa y le obsequia el detector. 

Un tiempo después, en un hotel jordano, se reúnen con la tercera parte del negocio triangular: Hisham Al Dasouqi, un magnate pétrolero jordano. El negocio sería el siguiente: un petrolero ruso arrendado zarpa vacío desde Vladivostok en dirección a Jordania, allí se carga con petróleo y gasolina, y una vez en aguas internacionales cerca de la costa de Dubai, se trasvasija a otra nave, o bien se cambia la identidad de esta. Luego el barco se dirige al puerto de descarga en Corea del Norte. Como ese barco (identificado con un código IMO) queda registrado en la lista negra de Interpol, se debe utilizar otro barco para la próxima operación. El pago por el petróleo se realiza mediante la entrega de las armas norcoreanas (que esperan fabricar en la isla ugandesa) a Siria o Irán, quienes internamente arreglan cuentas con Jordania. El negocio perfecto.

 

Mr. James ¿un fantasma?

Con un mercado de armas cada vez más reducido (producto de las sanciones impuestas por la comunidad internacional, y por la inminente derrota de uno de sus principales clientes: ISIS), los delegados comerciales del régimen ven en Mr. James una luz de esperanza. Un intermediario con los contactos suficientes podría suministrarles un ingreso constante de capital para solventar los gastos del amado líder, razón por la cual entregan carta blanca a Mr. James para negociar la venta de armas norcoreanas, incluso por fuera del acuerdo triangular. 

Allí, Brügger supo que esto debía terminar. Mr. James desapareció de la faz de la tierra: eliminó su cuenta de correo electrónico, destruyó su teléfono móvil, todo. Se convirtió en un fantasma.

El Infiltrado debió continuar en su papel para no levantar sospechas, recibiendo todas las quejas y los reclamos sobre la traición de Mr. James, siempre en su estilo conciliador y diplomático. 

En una reunión de la KFA danesa, el Infiltrado presentó como propio el proyecto de “complejo turístico”, esperando que el que conozca las palabras clave entienda la verdadera utilidad de esas instalaciones. Un miembro de la KFA se pasó de listo, y comentó en el muro de Facebook de la KFA danesa que él si entendía lo que quería decir “complejo turístico”, y que los enemigos de la patria se preparen. Cao de Benós estalló en ira, y pidió al Infiltrado eliminar todas las publicaciones de la KFA en Facebook. Era el momento de que el Infiltrado revelara su gran secreto, primero a su esposa, a quien engañó durante casi diez años sobre su verdadera ocupación, y luego a su mentor: Alejandro Cao de Benós. 

 

La gran revelación

Previamente acordada, el Infiltrado tiene una videollamada con Cao de Benós, y lo que comienza como una simple llamada de camaradería, rápidamente se convierte en hostil al aparecer Brügger ante la cámara. Con una sonrisa nerviosa, es evidente que Cao de Benós no da crédito a lo que escucha: durante casi diez años, uno de sus principales aliados en Escandinavia lo ha estado engañando, grabando de forma oculta y lo que es peor, bajo el mando de su enemigo declarado, ese director de cine que ya lo había engañado una vez.

El documental termina con un descargo de responsabilidad, aclarando que varios de los participantes lo han hecho sin su consentimiento, y que, no obstante, la mayoría se rehusó a entregar su versión sobre los hechos. Sin embargo, en reiteradas ocasiones Cao de Benós reconoce que las tomas y grabaciones del documental son reales, pero que han sido editadas y sesgadas. Sobre su participación, afirma haber sido consciente de las grabaciones ocultas, y por ello actuó deliberadamente, inventando y exagerando ante el Infiltrado y a Mr.James para restarle credibilidad a la producción, una especie de trolleo épico.

Es decisión del espectador creer o no sobre las actividades ilícitas denunciadas en el documental (que, de hecho, inició una investigación de oficio del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas), pero en lo cinematográfico, es innegable la calidad de la producción, a la altura de las intrigas de Antonio Salas, periodista español tras el Diario de un skin (2003) y El Palestino (2010), y que recuerda la osadía del alemán Günter Walraff en una de sus aventuras.

Totalmente recomendable.

 
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