BREVE ANÁLISIS: GAMBITO DE DAMA

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Debo reconocer que comencé a ver la serie con la idea de encontrar, de manera explícita o solapada, un discurso feminista-progresista, pero me llevé algunas gratas sorpresas. Y es que muchas producciones de Netflix acostumbran a entregar visiones ideológicas del mundo que terminan en más de una oportunidad por aburrir al espectador, por lo previsible. No obstante, este caso es diferente. 

Primero que todo, analizando formas, es una historia entretenida, incluso para no aficionados al ajedrez. Ambientada en los años 60, se me hizo visualmente muy grata de ver. 

La casa a la que llega luego de dejar el orfanato, su precioso dormitorio o sus elegantes vestimentas, por ejemplo, se me hicieron sencillamente un deleite visual. Una mujer abriéndose paso en un mundo de hombres gracias a su inteligencia, y además muy femenina. 

Cool.

Analizando el fondo…, en Gambito de Dama se narra la historia de una mujer talentosa. Una mujer que triunfa gracias a su innata destreza y concienzudo interés en absorber todo conocimiento respectivo a su afición: el ajedrez. No se requiere de exhaustivos estudios sociológicos para explicar por qué una mujer triunfa gracias a su talento y esfuerzo. Simplemente ocurre. Así de espontáneo y natural. Así se muestra en la serie.

Otra cosa que me gustó de esta producción fue que, aun pudiendo fácilmente caer en la tentación de mostrar la caricatura de un “patriarcado opresor” donde los hombres conspiraran para frenar el éxito femenino, o intentando abordarla sexualmente, o, quizás, mostrando a alguna figura masculina como culpable de sus tropiezos, no lo hace: hay hombres que juegan un papel importante en su camino al éxito. Desde el Señor Shaibel, quien le enseña a jugar ajedrez a escondidas siendo una niña, la anima a seguir y le presta el dinero para jugar su primer torneo, pasando por Harry Beltik, quien, preocupado por sus excesos, la acompaña en momentos críticos después de la muerte de su madre y le muestra sus puntos débiles, o por Benny Watts, el cual juega un importante rol al motivarla y prepararla para enfrentar a Borgov, el campeón mundial soviético. 

Todos ellos apreciaron su increíble habilidad y lejos de hacerle alguna zancadilla para evitar su ascenso —como reza el estereotipo masculino impuesto por el feminismo moderno— le brindaron apoyo valioso y desinteresado. Tampoco se vio que alguno, a cambio de su ayuda, intentara aprovecharse sexualmente de ella. Si bien la seductora Beth sin duda despertara atracción entre sus compañeros de juego, ellos fueron totalmente respetuosos. Tanto, que fue ella quien decide comenzar el coqueteo cuando se sintió atraída por alguno

En cuanto a sus tropiezos, sus problemas con el alcohol y la droga, tampoco se muestra que algún hombre la haya inducido u aprovechado de eso. Fue más bien al revés: tanto Beltik como Benny la instaron a que dejara de drogarse y jugase lúcida para que su carrera pudiese prosperar

Si bien también hay personajes negativos, como el padre adoptivo que la abandonó tempranamente e hiciera sufrir a su madre, Beth, totalmente autosuficiente, le demuestra que no necesita de él. Tiene los medios para asegurarse el sustento sin depender de su dinero. (¿Podría una mujer en una sociedad no liberal-capitalista tener ese poder? La admiración que despierta Beth Harmon en las mujeres soviéticas que van a buscarla para pedirle un autógrafo no es casual y responda probablemente a esa pregunta).

Es, además, una historia de esfuerzo. La adversidad que enfrenta desde niña la prepara para la vida. Una mujer segura de su potencial, pero que debe luchar contra sus propias debilidades para lograr sus objetivos y que, sin embargo, no se victimiza por lo que vivió y aprende de sus errores abriéndose camino por sí misma. Y en ese camino, muchas personas buenas la ayudan y admiran.

Cuando, al jugar el título mundial los más grandes expertos reconocen su talento —y Borgov, al perder el título, besa su mano, la abraza y aplaude de pie— se puede apreciar que la grandeza humana trasciende género. Y que lo que sea que las feministas modernas nos muestren como “patriarcado opresor” es más que nada una jaula mental, una construcción victimista.

En síntesis, una buena historia de superación personal, resiliencia, inteligencia y talento.

 
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