EL CASO RUSSELL BRAND

 

Es honesto comenzar con una confesión: soy anglófilo. Es muy probable que una abuela inglesa haya influido en esto, sin embargo, mi admiración por los pueblos británico, norteamericano y, en general toda la anglósfera, se debe a la posibilidad que he tenido de conocer a sus autores, tanto en literatura como en filosofía. He gozado del privilegio de leer a muchos en su lengua original. Desde la Carta Magna en adelante, pasando por la Declaración de Independencia y la Constitución de los Estados Unidos, los pueblos de origen británico han llevado a todo occidente a niveles de libertad que en muchos lugares del mundo no son más que un sueño.

Por todo esto, contemplar su decadencia es especialmente doloroso para cualquiera que admire y adhiera a la tradición liberal clásica. Hace pocos días, el exactor, comediante y actual comentarista político Russell Brand, fue acusado de violaciones y agresiones sexuales en el canal 4 de la BBC, The Times y The Sunday Times. Antes de cualquier acusación formal, su canal de YouTube Stay Free fue demonetizado. Gracias a la plataforma Rumble, competidora de YouTube, supimos que esta medida fue el resultado de una petición directa por parte del gobierno británico.

Dame Caroline Dinenage, presidenta del comité de medios de la Cámara de los Comunes, envió una breve carta a la plataforma Rumble:

“Si bien sabemos que Rumble no es el creador del contenido publicado por el señor Brand, nos preocupa que él pueda beneficiarse de su contenido en la plataforma.

Le agradeceríamos que confirmara si el señor Brand puede monetizar su contenido, incluidos sus videos relacionados con las graves acusaciones en su contra. Si es así, nos gustaría saber si Rumble tiene la intención de unirse a YouTube para suspender la capacidad del señor Brand de ganar dinero en la plataforma.

También nos gustaría saber qué está haciendo Rumble para garantizar que los creadores no puedan usar la plataforma para socavar el bienestar de las víctimas de comportamientos inapropiados y potencialmente ilegales”.

Estamos en presencia de una presión indebida por parte del gobierno contra una empresa privada y contra un súbdito de la Corona Británica. Se deja entrever que peticiones similares se hicieron llegar a Facebook y Google y que ellos habrían gustosamente cedido. Rumble, sin embargo, no lo hizo. No contentos con ello, publicaron la carta anterior y la respuesta que sigue en X:

“Si bien Rumble obviamente deplora la agresión sexual, la violación y todos los delitos graves, y cree que tanto las presuntas víctimas como los acusados tienen derecho a una investigación completa y seria, es vital tener en cuenta que las acusaciones recientes contra Russell Brand no tienen nada que ver con el contenido de la plataforma de Rumble […]  [que]representa valores muy diferentes.

Nos hemos dedicado a la causa vital de defender una Internet libre, es decir, una Internet donde nadie dicte arbitrariamente qué ideas pueden o no pueden ser escuchadas, o qué ciudadanos pueden o no tener derecho a una plataforma.

Consideramos profundamente inapropiado y peligroso que el Parlamento del Reino Unido intente controlar quién puede hablar en nuestra plataforma o ganarse la vida haciéndolo.

Señalar a un individuo y exigir su prohibición es aún más inquietante dada la ausencia de cualquier conexión entre las acusaciones y su contenido en Rumble. No estamos de acuerdo con el comportamiento de muchos creadores de Rumble, pero nos negamos a penalizarlos por acciones que no tienen nada que ver con nuestra plataforma.

Aunque puede ser política y socialmente más fácil para Rumble unirse a una mafia de la cultura de la cancelación, hacerlo sería una violación de los valores y la misión de nuestra compañía. Rechazamos enfáticamente las demandas del Parlamento del Reino Unido”.

Ignoro si las acusaciones sean ciertas o no. Brand tiene un pasado de promiscuidad y drogadicción bien conocido. Él ha negado los hechos, pero es posible que ni siquiera recuerde sus acciones en ese período. Sin embargo, lo que llama profundamente la atención es que estas acusaciones hayan visto la luz precisamente ahora, cuando un Brand rehabilitado ha dejado su carrera en Hollywood y la industria británica y se ha transformado en un crítico de las políticas sanitarias durante la pandemia, de la guerra de Ucrania y, en general, del Estado de vigilancia en que se han convertido el Reino Unido y muchos países de occidente

A consecuencia de esto, Rumble ha denunciado sufrir problemas de restricción de ancho de banda como una forma de represalia y ha sido amenazado con la censura en las Islas Británicas.

Incluso si las acusaciones fueran ciertas, Brand no debiera recibir sanciones, sino tras un debido proceso. Estas sanciones no incluyen quitarle ni su fuente de ingresos ni su plataforma de expresión. De comprobarse las acusaciones, debiera recibir una sentencia según la ley, pero esto no implica que, luego de ello, no pueda ganarse la vida honestamente ni gozar de su derecho a la libre expresión.

En este momento, Julian Assange continúa encarcelado en Inglaterra sin mediar juicio alguno. La cultura precursora de las libertades individuales, los creadores del liberalismo clásico están destruyendo su más valiosa tradición y lo que ha hecho grande no sólo al mundo anglosajón, sino a occidente en general.

En Chile, estas libertades forman parte de nuestro orden jurídico, sin embargo, intereses internacionales no desean que tales derechos continúen, pues son un obstáculo para el control total al que aspiran el Foro Económico Mundial y fondos de inversión, como BlackRock y Vanguard.

Volviendo a nuestra tradición hispana, recordemos a Cervantes, quien por boca de “Don Quijote” afirmó que

“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.”

 
 

Arturo Ruiz Ortega es licenciado y magíster en Filosofía de la Universidad de Chile y MFA en Escritura Creativa de American University. Destacan entre sus publicaciones literarias la rutina Allende Ghost de “Palta” Meléndez 2007, la novela Los Pájaros Negros de 2010 y el poemario Quejumbres y Resentimientos de 2013. Actualmente se desempeña como jefe del consejo editorial de Ediciones Z&E.

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