EL LENGUAJE INCLUSIVO: UNA NUEVA FORMA DE ARRIBISMO

 

Publicado originalmente en: https://plumahoplita.com/

Actualmente en América Latina y el resto del mundo está muy de moda lo que se llama el “lenguaje inclusivo”, llegando a las más altas esferas políticas de nuestro país. El presidente chileno, Sebastián Piñera, habla usualmente de “chilenos y chilenas”, la Cámara de Diputados chilena ahora se llama oficialmente “Cámara de Diputadas y Diputados”, y así sucesivamente. Sin embargo, ¿cuál es el origen ideológico y/o fundamento científico que explica que tal cambio del lenguaje puede lograr una sociedad mejor? ¿Hay algún estudio que demuestre que usar un lenguaje sexualmente “igualitario” o feminizado se traduce en una sociedad más igualitaria? ¿Por qué se ha vuelto tan popular? Debemos ir por partes.

 

Los idiomas sí cambian

Frente a los argumentos en contra del lenguaje inclusivo muchos de sus defensores podrían indicar que los lenguajes están en evolución constante. Eso es completamente cierto, en castellano ya no se escribe “murciégalo” sino “murciélago”. Pero la RAE sí indica claramente: una cosa es cambiar palabras o expresiones, otra cosa muy distinta es cambiar la gramática. La RAE ha combatido tenazmente tales intentos de introducir el lenguaje inclusivo, tal como señaló hace poco: “están confundiendo gramática con machismo” y “las lenguas se rigen por un principio de economía; el uso sistemático de los dobletes, como miembro y miembra, acaba destruyendo esa esencia económica”(1).

Hay varias maneras en que los lenguajes cambian, por ejemplo, cuando se pierden o ganan oficios. El castellano perdió también el uso de sustantivos neutros que existían en el latín al volverse un idioma aparte, pero manteniendo artículos neutros (lo bello, lo feo)(2). Todos estos cambios son naturales. Lo que estamos viendo hoy en día, no obstante, es un cambio gramatical que se intenta imponer desde instituciones ideologizadas sobre el resto de la gente.

 

¿De dónde viene el lenguaje inclusivo?

Como ya he escrito en artículos anteriores como aquí y aquí, la idea del lenguaje inclusivo proviene de las carreras humanistas que promueven el “constructivismo social”, que se define como una “corriente de pensamiento que sostiene que todas las características humanas y culturales son socialmente construidas. Además, estos constructos sociales son meramente dinámicas de poder entre grupos de personas, cuyo común denominador es el sexo, raza e identificación sexual. Bajo esta mirada, sostienen los autores, cualquier estudio científico basado en datos duros o verdades objetivas son ‘problemáticos’ y deben ser ‘combatidos'”.

Esta corriente de pensamiento va muy en línea con una propuesta posmoderna, donde no existen verdades objetivas, solo subjetivas. También está alineado con la Teoría Crítica o la llamada Escuela de Frankfurt que busca, entre otras cosas, combatir cualquier forma de dominación dentro de la sociedad. Entre otros autores posteriores ligados a la deconstrucción podemos mencionar a Judith Butler y Robin DiAngelo, autora del bestseller “Fragilidad Blanca”.

Una crítica que hacen varios pensadores y comentaristas a esta corriente de pensamiento es la forma horrendamente ofuscante y alambicada de escribir, que es el caso particular de Butler. Como indica Douglas Murray en su libro The Madness of Crowds

‘Tal forma de escribir solo tiene el propósito de ocultar tus verdaderas intenciones’. La forma de pensamiento es tan poco seria, pero a la vez con una prosa tan convolutada, que un grupo de tres autores pudieron publicar una serie de papers hilarantemente falsos en Journals de Ciencias Sociales, incluso lograron publicar peer-reviewed un capítulo del Mein Kampf de Adolf Hitler, intercambiando nacionalsocialismo por feminismo y judaísmo por patriarcado, como ya mencioné en otro artículo. Esta forma de pensamiento no es verdadera academia, sino activismo político disfrazado.

 

Falsos supuestos del lenguaje inclusivo

Uno de los mayores supuestos de quienes promueven tal lenguaje, es que permitiría “visibilizar al género femenino” y hacernos más conscientes de su existencia y experiencias vividas. Bajo tal hipótesis la mayor parte de las culturas que usan una lengua feminizada debería ser más abierta e inclusiva, mientras que culturas con una lengua masculinizada deberían reprimir más a las mujeres.

Veamos algunos ejemplos.

El autor Mo’ámmer Al-Muháyir en su ensayo “El Masculino Genérico, ¿signo lingüístico o signo ideológico?”(3) hace un detallado análisis de varias lenguas para poner a prueba tal supuesto, los resultados son reveladores: la correlación podría incluso ser la contraria. Indica Al-Muháyir que uno de los lenguajes con mayor uso de substantivos y reglas gramaticales en femenino es el árabe, lenguaje de una cultura abiertamente machista e intolerante. El caso contrario es Islandia, país conocido por su paridad de género, pero con un lenguaje fuertemente enfocado en el uso del masculino para seres y objetos femeninos.

Sin entrar en el detallado estudio de Al-Muháyir, la conclusión es clara: no hay fuente o estudios serios que demuestren fehacientemente cambios en una sociedad o grupos de personas simplemente por usar un lenguaje “inclusivo”. Las propuestas sobre las que se basa la noción de “visibilizar a la mujer” son pseudociencia.

 

Problemas prácticos del lenguaje inclusivo

Hay otra serie de problemas de uso diario con el lenguaje inclusivo, entre los que se pueden mencionar:

Cacofonía y repetición: el uso de tal forma de hablar se presta para trabalenguas que restan seriedad al interlocutor. Por ejemplo, usar en una conversación contantemente la frase “amigos y amigas” o “ingenieros e ingenieras” es sinceramente agotador y distrae. No hay reglas unificadas para su uso: cada persona parece usarlo a su propia manera, desde “amig@s” pasando por “amigxs” hasta “amiges” (aunque se pronuncia amigues). Se puede prestar efectivamente para confusiones y burlas, si se debe usar ahora la palabra “Presidenta”, ¿por qué no usar entonces las palabras “artisto” o “periodisto” o “dentisto” para referirnos a un hombre que ejerce tal profesión? Es contraproducente para emitir un mensaje al generar desagrado en el receptor.

 

Una lógica que llegará hasta el absurdo

La lógica del lenguaje inclusivo ya está mostrando sus problemas. Bajo tal estructura se resta relevancia a temas de seriedad, como por ejemplo: los torturados y detenidos desaparecidos durante la dictadura chilena (1973-1989) deberían ser siempre ser mencionados como una de las siguientes opciones:

Los(as)Torturados(as) y Detenidos(as) Desaparecidos(as)

L@s Torturad@s y Detenid@s Desaparecid@s

Las Torturadas y torturados y Detenidas Desaparecidas y Detenidos Desaparecidos

Les Torturades y Detenides Desaparecides

Como se puede apreciar, además de ser un trabalenguas al pronunciar en voz alta, su uso resta toda seriedad al tema y termina siendo fuente de burlas. Usando como ejemplo un tema más contemporáneo: el covid. No he visto muchos noticieros hablar de infectados(as) y muertos(as). ¿Si usar “lenguaje inclusivo” podría ser poco serio y burlesco para hablar de las víctimas de Pinochet o la pandemia, acaso no lo es también para el resto de las cosas?

Tal como dice la RAE: la gramática debe ser sencilla, no un trabalenguas cacofónico.

Pese a todas estas críticas, mucha gente sí lo está usando, especialmente de manera escrita. ¿Por qué parece ganar terreno? Me atrevo a dar dos explicaciones: el arribismo y la falsificación de preferencias.

 

El “lenguaje inclusivo”, otra versión refinada del arribismo

A comienzos del siglo XX se popularizó en Chile la palabra “siútico”. Con ella se hacía referencia a las personas de baja condición social que intentaban simular ser de un estrato social más alto. Por ejemplo, usando palabras en inglés o francés. En lengua castellana corriente, eran arribistas desenfrenados. Según cuenta Guillermo Parvex, en el libro Un Veterano de tres guerras tal moda llegó a extremos a mediados del 1900: En muchos restaurantes de Santiago el menú estaba escrito en francés y los meseros tenían orden de ignorar a los clientes si no los llamaban con la palabra “garçon” y hacerse los confundidos si los clientes pedían la comida en castellano(4).

Tengo la idea de que quienes usan el “lenguaje inclusivo” sufren una forma avanzada de arribismo, aunque en esta ocasión, sus usuarios no pretenden ser de otra capa social, sino que pretenden ser más buenos y quieren informar públicamente que desean una sociedad más inclusiva. Por lo menos en mi experiencia sus usuarios son, o de clase media o alta, o con estudios superiores, y muestran un constante deseo de mejorar la sociedad y denunciar las “injusticias del sistema”. No quieren aparentar ser más ricos, sino mostrarse más morales y virtuosos que el resto.

Siendo justos, debemos reconocer que es parte intrínseca de la naturaleza humana querer ascender socialmente y ser reconocidos por nuestros pares. Pero en Chile la gente llegaba a otro nivel: en los años 90, con la llegada de los celulares, era usual que Carabineros (policía) detuvieran a conductores que hablaban mientras manejaban ¡para descubrir que los infractores tenían un celular de madera! Otro caso eran padres que les compraban a sus hijos camisetas deportivas asociadas a gente de clase alta, pese a las protestas de sus niños que deseaban la camiseta de sus jugadores favoritos de un equipo “popular”.

Si confrontáramos a alguien que usa tal lenguaje de ser arribista reaccionaría ofendido, usualmente los arribistas niegan serlo, y, como en muchos casos de acciones instintivas, no son totalmente conscientes de su comportamiento.

 

Falsificación de preferencias

Otro fenómeno que he observado es de personas que, sea son indiferentes o les desagrada tal lenguaje, pero lo usan cuando escriben o hablan en público, ¿por qué algunos siguen la corriente?

El economista turco Timur Kuran en su libro Private Truths, Public Lies. The Social Consequences of Preference Falsification(5) tiene una teoría que explica bastante bien este fenómeno: falsificación de preferencias.

Este fenómeno es el acto de falsificar lo que uno quiere o prefiere debido a la presión social percibida. Como por ejemplo, en una reunión de amigos todos quieren jugar un juego que detestas, pero tú no vas dejar de jugarlo, es más importante participar. Este fenómeno instintivo tiene como objetivo ayudar al individuo a adaptarse a las preferencias del colectivo.

Kuran indica que este comportamiento transforma decisiones colectivas, mantiene la estabilidad social, pero distorsiona el conocimiento humano y oculta opciones políticas. Un efecto negativo es que permite la subsistencia de estructuras que la mayoría no desea, pero no se atreven a manifestarlo al creer falsamente que su opinión es minoritaria o, aún peor, que el castigo a decir su opinión es muy alto.

La caída de la máscara de una falsa preferencia puede tener consecuencias catastróficas para las élites en el poder. Kuran explica por qué las dictaduras comunistas en Europa Oriental y Rusia cayeron tan rápido: el grueso de la población no quería el comunismo y solamente se atrevieron a manifestarlo cuando sintieron que no habría repercusiones a expresarse. También podría ayudar a entender la Primavera Árabe y la protesta social en Chile del año 2019: todos pensaban lo mismo, pero no se atrevían a decirlo.

Volviendo al tema de este artículo, sostener que usar el lenguaje inclusivo ayuda a combatir el machismo, el sexismo y otros -ismos tiene un mensaje entre líneas: si no lo usas eres un machista retrógrado. La mayor parte del público ignora que tales propuestas están basadas en fundamentos anticientíficos y radicales, simplemente quieren llegar a fin de mes y ser aceptados socialmente. La gente común y corriente tiene pocas herramientas sólidas para enfrentar la presión social de usar este lenguaje, por lo cual, en este artículo espero haber entregados algunas.

 

Conclusión

Una cosa es que los lenguajes cambien palabras de manera natural con el tiempo. Otra cosa muy distinta es intentar forzar el cambio del lenguaje por motivos ideológicos que no tienen ningún sustento científico ni razón práctica. El “lenguaje inclusivo” se basa en pseudociencia y ha logrado ganar terreno por buenas intenciones mal entendidas, arribismo moral de la clase presuntamente “educada” y falsificación de preferencias del resto.

Nadie quiere ser tildado de machista.

 
 

Bibliografía

  1. Editorial, 2018, El problema es confundir gramática con machismo: RAE, Diario El Universal, extraído el 08.10.2020, https://www.eluniversal.com.mx/cultura/el-problema-esta-en-confundir-la-gramatica-con-el-machismo-rae

  2. Rodríguez Díez, Bonifacio , 2003-2004, Del latín al romance en español: la evolución del género de los pronombres, Contextos,XXI-XXII/41-44, (págs. 19-117)

  3.  Al Muháyir, Mo’ámmer, 2018, ‘El Masculino Genérico, ¿signo lingüístico o signo ideológico?’, Nullius in Verba Site; 1-34, accedido el 08.08.2020 https://nulliusinverbasite.com/el-masculino-generico-en-castellano-signo-linguistico-o-signo-ideologico/Pdf para descarga

  4. Parvex Guillermo, 2018, ‘Un Veterano de tres guerras, Recuerdos de José Miguel Varela’, Ediciones B, pp. 437

  5. Kuran, Timur, 1997, ‘Private Truths, Public Lies: The Social Consequences of Preference Falsification’, Harvard University Press

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