MÁS ALLÁ DE SICHEL O KAST

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Mucho se ha hablado de la importancia de esta elección presidencial, pero no he oído a nadie plantear algo más a largo plazo, más allá del hito electoral y del juego de las encuestas, calculadoras, egos e intereses personales y familiares. El Frente Amplio ha demostrado la importancia de realizar un trabajo territorial en diversas organizaciones sociales, ya que sin contrapeso alguno ha instalado su visión a partir de la idea de reforzar clivajes importantes como élite-pueblo y vieja política-nueva política. Es así como en 4 años se ha posicionado como una fuerza política joven de relevancia, tanto que en la primaria del sector derrotó por amplió margen a la “maquina comunista” de Daniel Jadue, instalando a Gabriel Boric como el candidato de la izquierda.

Si miramos en la vereda de en frente, la derecha y centroderecha se ven cada vez más diluidas, ancladas en la política noventera de articulación electoral y partidos parlamentarizados; han ido deteriorando su militancia a los cuales les ha entregado la labor de ser la “infantería electoral” para las campañas cada 4 años, dejando de lado la formación, las ideas, el discurso, en fin, dejando de lado la guerra cultual, la cual ha perdido hace mucho rato.

Ese es precisamente el punto, el espacio en donde se gestó el triunfo electoral de la izquierda; el espacio cultural, la retórica, la visión y la épica, permitieron que el discurso se instalara en organizaciones sociales tradicionales y avanzara desde la universidad a los colegios y de los colegios a los territorios, del aula a la “Sra. Juanita”. De ahí es que surge la pregunta: ¿qué hará la derecha en esta batalla cultural? ¿Qué harán los partidos tradicionales brutalmente derrotados en una primaria por un independiente? ¿Qué harán más allá de Sichel o Kast?

La respuesta debería ser obvia. La derecha tiene el deber de reforzar su ideario basado en la libertad social, política, económica, la igualdad ante la ley y el mérito y salir a dar la batalla cultural en los territorios y las organizaciones sociales. La derecha debe volver a las poblaciones, a los colegios, a los sindicatos y a las bases; debe formar lideres y no avergonzarse de sus ideas, las que han demostrado durante los últimos 50 años, que son las mejores para Chile y su gente. Así lo demuestra la disminución sostenida de la pobreza, hasta la pandemia y la disminución de la desigualdad intergeneracional, por dar solo dos ejemplos.

El desafío está en ese punto, en la necesidad imperiosa de sacudir el polvo de la caída que ha significado 4 años de un gobierno mediocre e ideológicamente cobarde y atreverse a formular un proyecto a largo plazo que no tenga como objetivo la siguiente elección, si no que tenga como fin último la instalación de las ideas de la libertad, un proyecto formativo que dispute los diferentes espacios a la izquierda y que por si solo hará ganar elecciones. Un proyecto de derecha más allá de Sichel o Kast.

 
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