LA DECADENTE CELEBRACIÓN DE LA JUVENTUD

 

Hace unos días el adolescente apodado “niño poeta” lanzó un video promocionando la opción Apruebo en el plebiscito de salida. En él, no podemos encontrar ninguna idea profunda ni elaborada, sino un par de panfletos empaquetados, como que “tenemos que derribar la Constitución del 80” siendo que la Constitución actual es la de Ricardo Lagos.

El video prosigue con demostraciones de abrumadora ignorancia, como por ejemplo cuando dice que “la falta de acuerdos políticos ha enterrado a nuestro país por 30 años”, omitiendo las más de 200 modificaciones que ha tenido la carta magna en los últimos años o los avances en materia de educación y salud (bastaría un simple cuadro de inversión según porcentaje del PIB para observar lo que se ha avanzado en esas materias).

Pero esta columna no es para observar al adolescente de turno hablando incoherencias, sino sobre el marco general en el cual se mueve la opinión publicada, donde la juventud es vista como el máximo ápice de la evolución e inteligencia, cuando en realidad, los niños y adolescentes no se caracterizan por el pensamiento profundo, crítico ni original. Todas las ideas “de la juventud” hoy se pueden trazar hasta llegar a filósofos del pasado que luego pasaron por activistas que se las transmitieron a los niños en forma de que sea simple de repetir. En particular, las ideas progresistas hoy de moda en Chile se pueden observar en los autores Foucault, Derrida, Butler, entre otros. Los niños solamente las repiten sin saberlo.

¿Cómo fue que la sociedad decidió entregarle tanta importancia política a aquellos miembros más impresionables e influenciables? No siempre fue así. En el pasado, existían incluso consejos de ancianos para definir los asuntos de la polis. Era considerado obvio que los niños no tienen criterio suficiente como para debatir asuntos que escapan de su comprensión y que afectan a otros.

Dado que la deconstrucción promueve la indeferenciación binaria y abrogación de categorías, ¿podríamos más adelante incluso ser gobernados literalmente por niños? Es un pensamiento para darle vueltas mientras la Convención Constitucional se abre rumbo a avanzar en esa dirección.

 
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