¿POR QUÉ LAS FEMINISTAS NO LUCHAN POR LAS MUJERES MUSULMANAS?

lindsey-lamont-5zHTQbkwb2Y-unsplash-scaled.jpg
 

Versión original para el medio Prageru

La cultura importa. Es la principal fuente de progreso o regresión social. En ninguna parte vemos esto con mayor claridad que en la condición de la mujer. La cultura judeocristiana —y quizás una palabra más adecuada es civilización— ha producido con el tiempo los códigos legales, el lenguaje y la prosperidad material que han elevado enormemente el estatus de la mujer.

Pero este progreso no se comparte en todas partes.

Todavía hay cientos de millones de personas que viven en una cultura —la islámica, por ejemplo— que da por sentada la inferioridad femenina. Hasta hace poco, estas culturas, la occidental y la islámica, estaban, en su mayor parte, separadas. Pero esto está cambiando. Dramáticamente así.

Un gran número de hombres inmigrantes de Oriente Medio, el sur de Asia y varias partes de África han traído un conjunto diferente de valores a Occidente, específicamente a Europa. Más de un millón llegaron solo en 2015. ¡Muchos más están por llegar!

Como resultado, los delitos contra niñas y mujeres (manoseos, hostigamientos, agresiones y violaciones) han aumentado drásticamente. Estos crímenes ilustran la marcada diferencia entre la cultura occidental de las víctimas y la de los perpetradores.

Permítanme ser claro: no todos los hombres inmigrantes, o incluso la mayoría, se entregan a los ataques sexuales o aprueban tales ataques, pero es un grave error negar que el sistema de valores de los atacantes es radicalmente diferente del sistema de valores de Occidente. En Occidente, las mujeres están emancipadas y son sexualmente autónomas. La religiosidad y el comportamiento o la restricción sexual están determinados por los deseos individuales de las mujeres. El otro sistema de valores es aquel en el que las mujeres son vistas como mercancías (es decir, su valor depende de su virginidad) o al nivel de una prostituta si son culpables de "inmodestia" pública (usar una falda corta, por ejemplo).

No creo que estos sistemas de valores puedan coexistir. La pregunta es qué sistema de valores prevalecerá. Desafortunadamente, esta sigue siendo una pregunta abierta.

La situación actual en Europa es profundamente preocupante: no solo las mujeres musulmanas en Europa están sujetas a una opresión considerable de muchas maneras, sino que estas normas ahora corren el riesgo de extenderse a las mujeres no musulmanas que enfrentan el acoso de los hombres musulmanes.

Uno pensaría que las feministas occidentales en los Estados Unidos y Europa estarían muy perturbadas por esta obvia misoginia. Pero lamentablemente, con pocas excepciones, este no parece ser el caso.

Es común entre muchas feministas occidentales un tipo de confusión moral, en la que se dice que las mujeres están oprimidas en todas partes y que esta opresión, en palabras de la feminista Eve Ensler, es "exactamente la misma" en todo el mundo; en Occidente al igual que en Pakistán, Arabia Saudita e Irán.

Para mí, esto sugiere demasiado relativismo moral y una comprensión inadecuada de la ley Sharia. Es cierto que la situación de las mujeres en Occidente no es perfecta, pero ¿alguien puede realmente negar que las mujeres disfrutan de mayor libertad y oportunidades en Estados Unidos, Francia y Finlandia que en Irán, Pakistán o Arabia Saudita?

Otras feministas también han argumentado que las mujeres no occidentales no necesitan "salvarse" y que cualquier sugerencia de que "necesitan" la ayuda de las feministas occidentales es insultante y condescendiente para las mujeres no occidentales.

Mi perspectiva es práctica: se debe alentar cualquier esfuerzo que ayude a las mujeres musulmanas, ya sea que vivan en Occidente o bajo gobiernos islámicos. Se deben apoyar todos los esfuerzos para presionar a estos gobiernos para que cambien leyes injustas.

Las feministas occidentales y las mujeres líderes occidentales tienen que tomar una decisión simple: disculpar lo inexcusable o exigir reformas en las culturas y doctrinas religiosas que continúan oprimiendo a las mujeres.

Nada ilustra esto mejor que lo que sucedió en Colonia, Alemania, en la víspera de Año Nuevo de 2015. Esa noche, durante las celebraciones tradicionales de la ciudad, numerosas mujeres alemanas (467 en el último recuento) denunciaron haber sido acosadas o agredidas sexualmente por hombres de origen árabe y norteafricano. En dos meses, se habían identificado 73 sospechosos, la mayoría de ellos del norte de África; 12 de ellos han sido vinculados a delitos sexuales. Sin embargo, en respuesta a los ataques, la alcaldesa feminista de Colonia, Henriette Reker, emitió una pauta "a distancia" para las mujeres. "Manténgase a una distancia de un brazo" entre usted y una turba de hombres árabes, le advirtió a la población femenina de Colonia, y estará bien.

Los comentarios de la alcaldesa Reker subrayan la gravedad del problema: se avecina un choque cultural. El primer paso para resolverlo es defender sin disculpas los valores que han permitido que las mujeres prosperen. Las feministas con sus organizaciones, redes y poder de cabildeo deberían estar al frente de esta batalla acorde a lo que se supone defiende su ideología. Lo anterior con el fin de contribuir a garantizar el bienestar de innumerables mujeres, occidentales y no occidentales, sin embargo, lamentablemente vemos como se contradice una y otra vez este tipo de organización respecto de promover el bienestar de las mujeres, esta vez a través de “reivindicar el uso del burka” y decir que ayudar a las mujeres musulmanas de la opresión ejercida por su cultura a mano de hombres musulmanes es un insulto para ellas.

 

Traducido por Jorge Maldonado Bermúdez.

 
Anterior
Anterior

PARTE I: TEORÍA DE LA CONSPIRACIÓN

Siguiente
Siguiente

¿QUIÉN MATÓ LAS HUMANIDADES?